Enhamed Enhamed

«Un sueño sin un plan es simplemente una idea de sofá»

 

 

TomBlack: ¿Quién es Enhamed?

Enhamed Enhamed: En cuántas palabras quieres que te lo diga… Soy una persona a la que no le gustan los convencionalismos, aunque me adapto a ellos, porque facilita un poco el entenderse con la gente. Soy una persona bastante inquieta, curiosa y sobre todo me encantan los retos. Una vida sin retos no la entiendo…

TB: ¿Qué es un reto?

 E.E: Un reto es aquella situación en la que de repente te ves impedido o abocado a hacer cosas que no esperabas hacer. Una situación en la que no sabes cuál va a ser el resultado. No sabes exactamente hasta donde llegan tus capacidades pero dices: «tengo que cumplir». Bien porque te has comprometido con tu equipo o con alguien o simplemente contigo mismo. Pero bueno…esta última generalmente no es tan fuerte como comprometerse con alguien.

TB: Si yo te pregunto cuál es la playa más bonita de Las Palmas, ¿Qué me dices?

E.E: ¡Las Canteras! Todavía tengo las imágenes de hace 20 años de cuando veía. Ahora ha cambiado mucho, le han hecho un paseo precioso. Pero todavía recuerdo ver la puesta de sol desde arriba.

TB: ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia?

 E.E: Tengo muchos…recuerdo siempre estar jugando, imaginando juegos nuevos. Y ya cuando me quedé ciego, eso se hizo incluso más fuerte. Yo creo que de los recuerdos más intensos o más agradables, a parte de los que pueda tener con mi familia, fueron los primeros meses en el agua. Para mí eso fue muy especial, me di cuenta que el agua era un medio diferente y era un sitio donde yo podía moverme y hacer lo que realmente quisiera.

TB: ¿Cómo afrontaste la situación cuando perdiste la visión?, ¿Qué te dices al día siguiente?

E.E: Al día siguiente lo que piensas es “Mamá no veo” (se ríe). Al principio no entiendes nada…No sabes que está pasando. No sabes porque todos los adultos tienen esa tensión emocional. No sabes porqué el médico sólo suspira y no habla delante de ti…No entiendes, pero lo que va pasando es que de repente es una situación nueva. Y como niño, te adaptas. Yo tuve la gran suerte de que mis padres supieron como tomárselo. A mi padre le costó un poco más y se retrotrajo a la hora de tratar conmigo. Pero mi madre insistía todo el rato y me decía: “tú eres el mismo niño. No has cambiado. Ahora no ves, vale, pero sigues siendo la misma persona, así que haz las tareas de la casa” Ante eso, no te queda más remedio que espabilar.

TB: ¿Fue la natación un refugio para ti?

E.E: Al principio fue simplemente una actividad extraescolar. Pero tuve la grandísima fortuna de encontrar a mi primer monitor de natación, Ramón del Viar. Yo me había quedado ciego seis meses atrás y realmente él fue una persona determinante en mi vida. Ayudó a construir muchos de los valores que tengo hoy en día, pero sobre todo fue un gran pedagogo. Me enseñó a nadar de una manera de la que nadie me podría haber enseñado. A los pocos meses ya me encontraba libre en el agua. Y si…si podía ser un refugio. Pero yo creo que sobre todo se convirtió en ello años después, en la adolescencia. 

TB: ¿El deporte ayuda a construir esos valores?

E.E: Bueno…Es como decir, ¿El dinero es bueno o es malo?, ¿Trabajar es bueno o es malo? Pues todo depende. El deporte bien llevado si puede construir muchos valores. Mal llevado, destruye valores y destruye a la persona. Desafortunadamente en el deporte de élite esto ocurre muy a menudo. Si es cierto que para llegar a determinados niveles, sobre todo cuando no hay dinero encima de la mesa, no te queda más remedio que construir una serie de valores. Tienes que construir una constancia, una disciplina muy grande. Para mí la disciplina es un trabajo hecho todos los días, pero es un trabajo inteligente.  No te vale de nada tener disciplina en algo que no te ayuda. Pero el deporte sobre todo te enseña a confiar. Tienes que confiar en que el entrenador está haciendo lo que sabe, los compañeros de equipo hacen lo que saben y que eso saldrá bien. Y luego, obviamente poner todo de tu parte y siempre un poco más. En esa tesitura claro que el deporte ayuda a construir valores.

TB: Entonces, si te digo equipo…¿Qué me dices?

E.E: ¿Equipo? Fíjate, para mi ha cambiado mucho la definición de equipo . Antes eran compañeros con los que entrenaba y luego, en un sentido más cercano, era mi equipo técnico.  Ahora con los años cada vez me doy más cuenta de que sin un buen equipo no se hace absolutamente nada. Tú puedes ser la persona más brillante del mundo, pero alguien que trabaje en equipo, aunque no sea tan brillante, llegará mucho más lejos. Para mí, el equipo sería ese grupo de personas de los que te rodeas, en los que confías pero que al mismo tiempo son muy diferentes a ti.

TB: Tú eres una persona a la que la palabra “superación” le define. ¿Qué significa para ti?

E.E: Pues la superación tiene dos caras. Como todo… Si sólo lo ves como el objetivo, lo que suele pasar es que una vez lo consigues, pasan las semanas, miras a tu alrededor y dices: ¿Esto era todo? Y esto ocurre, por ejemplo, cuando bates un récord del mundo.Si la superación no la medimos en el día a día, corremos el peligro de alcanzar la meta y sentirnos vacíos. Por eso, más que superación me gusta utilizar la palabra “realización”. Porque cada día te vas autoconstruyendo a ti mismo. Con todo lo que haces, con cómo actúas, con cómo vas de un sitio a otro.

TB: ¿No crees que la superación puede ir unida a la realización? Es decir, realizarse puede ser un objetivo a largo plazo y la superación es el día a día.

E.E: ¡Justo! Justo! Allí es donde quería llegar.. Hay que marcarse pequeños objetivos. Si solo te marcas uno grande, estás vendido. Lo veo en muchísimos deportistas, empresarios…

TB: Te preparaste para el IronMan en tan sólo 7 meses, en lugar de 14. Cuéntanos esa locura…

E.E: El IronMan lo vi en 2011. Era nadador y velocista todavía. Yo lo veía y pensaba, «Esto es imposible no lo voy a hacer en la vida». Pero cuando me retiré eso seguía en mi cabeza…

Cuando me leí el libro de Chris McDougall “Nacidos para correr” se volvieron a despertar mis ganas. Por tema de calendario, sólo podía hacerlo en esa fecha y sólo ese IronMan. Con lo cual, busqué a alguien que me ayudara a hacerlo. Encontré al que había sido Seleccionador Nacional de Triatlón. Estuve hablando con él y me dijo: “tú estás loco, pero si crees que realmente lo quieres…” El caso es que empezamos a entrenar y me encantó. Podía pasarme horas en la bicicleta…

TB: ¿Qué le decías a esas personas que no te veían capaz?

E.E: En algunos momentos les decía, es verdad tenéis razón. Pero a la vez que lo decía había algo dentro que me ardía, que me quemaba. Hasta que un día explotaba.

Desde que me quedé ciego yo tenía muy claro que quería vivir como los demás niños, después como el resto de adultos. Un día me hice la promesa de no volver a auto lamentarme nunca más. Podía quejarme, podía llorar o darle cabezazos a la pared, pero nunca auto lamentarme. Desde que acepté eso, cada vez que alguien me dice que no puedo, simplemente digo: «vale, si es lo que tu crees. Pero luego tienes que probarlo». Considero que se prueba mucho más con actos, que con palabras. Hay que demostrar, las palabras se las lleva el viento.

TB: ¿Qué tiene el entrenamiento de mental? Cuéntame como afronta y prepara un deportista la parte mental

E.E: Es todo mental…Lo que el deporte te da es una capacidad mental para aguantar el dolor. En el entrenamiento se sufre todos los días. No digo que duela, digo que se sufre. Hay muchos días que te duele todo el cuerpo. Llegas al entrenamiento sin ganas de entrenar y no queda otra que hacerlo. No existen las bajas. Cuando descansas ese día, piensas: tu rival está entrenando. Y si tú no lo piensas, tu entrenador te lo dice. Pase lo que pase, tienes que entrenar. Pero eso solo te hace buen deportista.

Si quieres ser un deportista de alto nivel, tienes que hacer algo más. Y a veces a pesar del dolor, hacer un poquito más de lo que el entrenador te pide. Pero eso solo te hace estar en la lucha por las medallas.

Y ya si quieres ser realmente extraordinario, tienes que entrenarte mentalmente. El extraordinario no sólo se limita a entrenar y a sufrir entrenando. El deportista extraordinario tiene que convertir ese sufrimiento en fuerza. Es más, cuando peor estés y ya no puedas levantar la mano del agua porque te duele mucho el hombro, tienes que bloquear ese dolor y seguir nadando. Y para eso tienes que encontrar un porqué y a partir de ahí todos los días, entrenes o no, visualizar tu prueba, tu entrenamiento. Visualizar como quieres andar, pensar, y eso es el entrenamiento mental. El que llevas a todas las áreas de tu vída.

TB: ¿Qué se siente al representar a España en los juegos Olímpicos?

E.E: ¡Una pasada! Es algo muy especial. Te pasas toda la vida viéndolo por la televisión. En las competiciones cuando otros escuchan su himno piensas: «algún día me gustaría…» Pero el día que tu estás en una piscina con 17000 espectadores y dicen: «Por favor, póngase todo el mundo en pie para escuchar el himno de España» y empieza a sonar…Es indescriptible. Yo a día de hoy oigo el himno y me emociono. Entonces no te puedo decir… Cuando he estado viviendo en EEUU algún entrenador me preguntaba que porqué no competía para ellos. De haberlo hecho, habría tenido la residencia, nacionalidad, una beca… Pero es que solo imaginarme representando a un país que no es el mío…¡No tenía ni que pensarlo! 

TB: A día de hoy das conferencias. Cuentanos, ¿porqué empezaste a hacerlo?

E.E: Porque en España nos hace falta. Tenemos la creencia de que estamos por debajo de la media en todo, que no podemos hacer nada de calidad. Estoy harto de escuchar ese mensaje. Harto de escuchar que, en lugar de que la situación está difícil y se puede cambiar, quejas diciendo que en España somos así..¡Un poco de orgullo por favor! Eso es una de las razones principales.

La otra es que creo que mucha gente acepta que lo que consiguen es lo que hay. La mayor parte de la gente se conforma. Va a su trabajo, lo hacen de la manera que pueden o como el jefe les dice que hagan. Ven la televisión o se toman una caña con sus amigos. Y se sienten bien, porque hacen equipo. Vuelven a sus casas, con un ciego mayor del que tengo yo, y al día siguiente, igual. Yo creo que eso no es vida.

Hay un motivador que decía que el día que estés en la cama del hospital a punto de morir no pensarás: «tendría que haber pasado más días en la oficina». Creo que la vida es mucho más de lo que aceptamos. Esa sería la otra razón. 

TB: ¿Es el hombre capaz de todo lo que se proponga?

E.E: No…Creo que hay veces que nos proponemos cosas que luego nos damos cuenta que, o bien no las queríamos o bien nos hemos excedido en nuestras previsiones.

TB: ¿Qué consejo le darías a una persona que a día de hoy lucha por su sueño?

E.E: Bueno…Primero le preguntaría si tiene un plan. Porque un sueño sin un plan es simplemente una idea de sofá. Y luego le aconsejaría que no se empeñe en seguir el camino que se ha trazado. Hay que ser muy muy flexible y sobre todo buscar rodearse de la gente adecuada.

TB: ¿Consideras que la ceguera te ha ayudado a sacar lo mejor de ti?

E.E: Si…Yo si no me hubiera quedado ciego estaría probablemente viviendo con mi familia en Canarias. No habría aprendido a nadar, no habría intentado buscarme la vida de la manera en que lo he hecho. Por eso si que creo que ha sacado lo mejor de mi, por eso digo “he ganado la ceguera” . Realmente esa frase contiene todo lo que hemos hablado ahora.