Antonio Garrigues

“Ver las cosas como imposibles te conduce a lo imposible”

 

 

TomBlack: ¿Quién es Antonio Garrigues?

Antonio Garrigues: Antonio Garrigues es un ser humano que ha vivido ya un largo periodo de tiempo. Voy a cumplir dentro de unos días 82 años y que tiene pues, los méritos y las culpas que tienen todos los seres humanos. Al final, lo que he descubierto es que desgraciadamente tenemos más culpas que méritos. Pero eso ya no tiene remedio

T.B: ¿Se arrepiente de algo?

A.G: De muchísimas cosas. Sobre todo de cosas que hubiera podido y debido hacer y que no hice. A veces por pereza, a veces por maldad, por egoísmo, a veces por abandono o por otros motivos. Pero bajo ningún concepto volvería atrás.

T.B: De familia jurista, ¿Tradición o vocación?

A.G: Tradición que luego se convirtió en vocación. Mi hermano mayor, Joaquín, era un gran jurista y yo estaba predestinado a serlo. Cuando uno conoce una profesión, que yo creo que la conozco bien, la verdad es que te acaba atrayendo y acabas entendiendo lo que haces. Porque al final, la vida consiste en saber que es lo que estás haciendo. Me imagino que un médico, o un sastre, un arquitecto, o ingeniero al final es feliz si sabe que lo que está haciendo merece la pena. Y como no hagas ese ejercicio estás perdido.

T.B: Me han dicho que usted era de jugar al fútbol…

A.G: Si, lo que más me ha gustado es jugar al fútbol. Y jugaba al excelentemente bien. Realmente creo que es lo único que he hecho muy bien.

T.B: En la vida hay que tomar decisiones, ¿es dejar el fútbol la decisión más importante que has tomado en tu vida?

A.G: Que va…aquello fue anecdótico. Aunque ahora parezca importante, fue anecdótico. Hubiera podido ser una decisión transcendental, en el sentido de que si mi padre no hubiera estado y no me hubiera prohibido aceptar el contrato con el Atlético de Madrid, a lo mejor hubiera empezado la vida profesional de un futbolista pero no creo que hubiera sido el final de mi vida. Lo que sí quiero decir es que he tomado decisiones mucho más importantes. Algunas confesables y algunas completamente inconfesables.

T.B:¿Qué es para usted la justicia?

A.G: Pues posiblemente es el valor más importante que hay en la humanidad, y posiblemente también el más difícil de entender y de cumplir. La gente cree que ser justo es fácil. Ser justo implica una cantidad de componentes éticos y de decisiones mentales realmente complejas. Para que una persona pueda proclamarse a sí mismo justa, lo tiene que pensar como mínimo unas mil o dos mil veces. Porque ser enteramente justo es una tarea prácticamente imposible.

T.B: ¿Y qué es ser una persona justa?  Si quiere añadir algo más…

A.G: He conocido a personas que yo pensaba que eran justas y al final he descubierto que lo que pasa es que ellos se creen que son justas. Lo cual, como proceso para tranquilizarse a uno mismo es bueno. Pero yo les aconsejaría que revisaran bien sus valores.

T.B: Si echara la vista atrás, ¿Qué le diría a un Antonio Garrigues de 18 años?

A.G: Ni la más ligera idea de lo que le diría porque es que no se ni como era, ni lo que pensaba ni lo que sentía. Sé que era muy voluntarioso y muy romántico pero yo creo que para mí sería como conversar con un extraño.

T.B: ¿Y cómo le aconsejaría que fuera vestido a su primera entrevista de trabajo?

A.G: Pues de acuerdo con los tiempos y depende de a donde vaya a trabajar. Si vas a trabajar en una empresa informática y vas con chaqueta y corbata estás absolutamente perdido. Si vas a trabajar en el mundo financiero mejor que lleves corbata y vayas bien peinado… todo ese tipo de temas.

Cada uno se viste de lo que es. Un poeta con corbata es una cosa complicada…

El tema de la vestimenta siempre me ha interesado. Me acuerdo cuando hice el pregón de la moda “Adlib” en Ibiza que estudié a fondo lo que implicaba ser vestido. Lo que implicaba la vestimenta en el ser humano. Como una vestimenta te puede llegar incluso a cambiar el carácter y la forma de ser. Cuando una persona se siente bien vestida, se comporta de una manera. Hay personas que se sienten mal vestidas y se comportan de otra. Eso en el hombre… en la mujer no lo conozco pero debe de ser todavía más complicado. El proceso de elección debe de ser tremendo, porque la mujer maneja colores. El hombre prácticamente no los maneja. Pero que una mujer se ponga de repente un traje verde o un traje rojo, tiene que afectarla de alguna forma. De modo que la vestimenta es otro de los temas en donde merece la pena profundizar.

T.B: Un abogado siempre viste de traje…

A.G: Bueno, no todos los abogados.  Ya empieza todo a cambiar, ya empieza a haber abogados que han abandonado la corbata. Yo creo que el día en que el hombre abandone la corbata entrará en un proceso nuevo de libertad y de sentimientos más claros y más honestos. La corbata es una cosa tremenda. Es una especie de constante que hemos aceptado, a mí me parece estúpida. Lo acabaremos superando.

T.B:¿Cuántos trajes tiene usted?

A.G:¿Cuántos trajes tengo? (se queda pensando…) 4 o 5. 7 u 8. Y siempre gris o azul. Y de ahí no salgo pase lo que pase.

Nunca he cambiado de corbata, siempre es este tipo de corbata. Siempre, siempre. No dudo. En mi proceso de vestimenta no tengo la menor duda, es todo tirado. Todo tirado

T.B: ¿Ha tenido a lo largo de su vida algún traje talismán?

A.G: No, ninguno. Todos han sido normalitos. Incluso los fines de semana voy vestido normalito (se ríe). De vez en cuando veo a amigos que se ponen pantalones azul metálico y me parece realmente admirable. Me da envidia (se ríe). Hay que tener mucha personalidad para ponerse un pantalón azul metálico.

T.B: ¿Qué palabra emplearía para describir como ha llegado a ser quién es?

A.G: Soy Orteguiano y todo Orteguiano reconoce la frase de “Yo soy yo y mis circunstancias”. La gente tiene que empezar cada vez más a valorar esta frase porque nos olvidamos de ella. No nos damos cuenta de que somos lo que somos porque tenemos unas determinadas circunstancias. Yo no puedo tener la misma vida que un niño pobre que nace en el Tibet y sus padres le abandonan.

Cada uno tiene sus circunstancias. Yo he tenido la fortuna de tener en mi familia, una madre maravillosa que murió muy joven. Americana, que me transmitió la vitalidad y sentimiento de acción que tienen los americanos. – Hoy mismo me he levantado a las 3 de la mañana para ver el debate entre Clinton y Trump – Y esa madre maravillosa me ha condicionado la vida. Si no hubiera sido americana, mi vida sería otra. Como era americana, me gusta América, voy a América, entiendo América. He tenido un padre y un tío maravilloso, un hermano como Joaquín y otros dos hermanos estupendos, que han muerto todos ellos. Esas son mis circunstancias. Por lo tanto, lo que he tenido es suerte y además mucha. No un poco, mucha. Yo al principio esto no lo valoraba y creía que todos eran mis méritos. Y de mérito nada, nada…

T.B: Nos daría un consejo para las personas que están luchando por conseguir su sueño..

A.G: Bueno, esas cosas que se dicen que son siempre muy cursis… Que no dejen de soñar y cosas del estilo. Yo lo que les pido es que sepan que al final la vida es luchar, luchar permanentemente y esforzarse permanentemente y que no hay más.  Cada uno tiene que hacerlo en su nivel, en sus posibilidades en sus potencialidades pero que luche permanentemente. Yo veía la entrevista de Lucio… ¿Qué había hecho? Luchar sin parar. Estos son los ejemplos que a mí me encantan. Es decir, Lucio no tuvo la suerte que tuve yo. Y sin embargo ha hecho un imperio, a su restaurante han ido todas las personalidades importantes del mundo. Es una persona querida, admirada. Ese tipo de gente me maravilla. Eso es gente que de verdad ha empezado de la nada absoluta. Como le pasó a Amancio Ortega. Las circunstancias que ellos tenían eran muy negativas, no un poco, muy negativas.

T.B:  ¿Usted cree que ahora están las cosas más fáciles?

A.G: ¡Qué va!…como siempre. En la vida humana no hay alteraciones básicas. La lucha es exactamente la misma. Y todo es difícil y complejo. Todo es complicado y luego al mismo tiempo hay que intentar ser feliz, optimista.

Hombre…lo que si le pido a la gente es que no caiga en depresiones. Me molesta ver a los jóvenes deprimidos, me horripila. No les pido que sean optimistas, a lo mejor eso es mucho pedir, pero que sean positivos. Que no estén todo el día amargados y no estén viendo las cosas como imposibles, porque eso sí que te conduce a lo imposible.